Ich bin kalt

Tomás

Saturday, September 29, 2007

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He intentado usar mi propia falta de razón para explicarme si algún día lograría aclarar la confusión de mis sentimientos. He intentado escribirte, llorarte e incluso amarte.

Pero he logrado tan poco, a veces una sonrisa era suficiente, ahora necesito mas, un poco mas, conocerte, entender si lo que me motiva a verte es un sentimiento perpetuo, o una idealización de tu perfecto aspecto.

Hace tanto que no escribo entre líneas un te quiero y un te extraño, hace tanto que no sentía un tormento o un calvario,

Te habría conocido una tarde, pero fue una mañana, un verano pero fue un invierno.

Gozaba en el olvido, lo que era acercarme a alguien con maliciosa intención y la vez con inocentes caretas.

“La música”.

En ella lograba alejarme de ti, olvidarme de toda dirección, y pensar más allá de lo que mis ojos podían ver. Sin embargo muchas veces se hizo recurrente tu espectro dentro de sus versos.

A pesar de que tu figura era un símbolo recurrente bajo mi vista, mi mente intentaba recrear tu cuerpo en simples y breves líneas.

“Una vez mas me opuse a tu momentáneo recuerdo”.

Pretendía hacer eterno todo roce con tu cuerpo, cada palabra que me dirigieras. Lograba disfrutar en su mayor esplendor cada reflejo de tus imponentes ojos a través de mi vista.

Y a pesar de tu escasa sonrisa, siempre intente, sin ambición alguna, sacar una carcajada, para disfrutar de tu propia felicidad.

“Si Mahoma era un profeta, tu eres un dios”.

Si Mahoma era un profeta, tu presencia estaba fuera de todo lugar, inmersa en el universo unísono en su plenitud.

Cuando logre creer en un dios ajeno a mis estoicas creencias, no logre ver en el otra cosa que tu escasa pupila oculta en un parpadeo semicontinuo, no logre ver más que tu pequeña sonrisa.

“Si mi fuerza de voluntad hubiera muerto”.

Estaría volando bajo tierra, y no seria quien soy hoy, no buscaría tu cariño ni mucho menos tu amor, no necesitaría una caricia ni menos de tu sabor.

“Si el amor mueve al mundo, ¿Quién mueve las palabras?”.

Yo simplemente se que mi racionalización gira en torno a tu color.

“El pánico como representación del miedo a perderte”.

Aunque no te tengo y siempre he querido poseerte, eternamente a existido ese miedo a perderte, y a no ser elocuente cuando te tengo de frente, a mirarte con descaro y a seducirte sin tu consentimiento. Pero no se si mi forma de coquetear, si así se le puede llamar a un vaivén de miradas yuxtapuestas, sea la mas tajante para tu corazón y tu mente.

Pero a pesar de que mi mente, que es inconciente y a la vez semiparpadeante, intenta no rechazar posibilidad a seducirte y a que por fin caigas entre mis brazos.

El miedo como ente irracional, no es otra cosa que la representación del reflejo que intenta demostrar mi alma atestada de dolencias, rabias y desesperanzas, el pánico como un ente racional es la representación insignificante de un sentimiento que muchas veces queda olvidado, pero por el cual otras tantas he sufrido un par de milésimas.

El espacio casi infinito que posee un abismo inocente en mi corazón repleto de sentimientos elocuentes, pero a su ves mi elocuencia es producto de mi falta de amor hacia ti, es entonces esa razón que tanto representa mi alma, simplemente es maquillaje que intenta disfrazarse de palabra.

“Tal vez, me gustaría morir en agosto”

Y así llevarme cualquier otro recuerdo a mi tumba, que no seas tú, quizás las flores ruborizadas del durazno, o el vacío de un cielo oculto en un pensamiento de luna.

Me gustaría morir en agosto y así llevarme con migo todo menos tu recuerdo en silencio.

Porque a pesar de que tu cuerpo llena mas en mi que en otras personas, hay algunos hechos que me permiten borrarte por ciertos instantes.

Y si la memoria es una entidad controlable por mi, claramente la obligaría a olvidar la flor ruborizada, y a mantenerte en mi recuerdo. Pero lamentablemente (por lo menos la mía) mi memoria, no es controlada por mis actos, ni mucho menos por mí.

“La incondicionalidad de un prejuicio mal hecho”

Cuando en la boca del lobo, se encuentran prejuicios incondicionales, la muerte de un reflejo es obligatoria. No hay un bonus, ni mucho menos una luz que indique donde se encuentran los sentimientos raptados por un amor monógamo. Y a pesar de que tengamos un plan para redimir todos los actos pacifistas y de conquista, es inútil prevalecer de pie frente a tu estoica presencia.

Entonces es cuando entra mi fanatismo por cruzar e intimidar miradas, y así hasta que por fin te des cuenta, de lo que tu maldita presencia provoca entre mis piernas.

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