Fin.
Todo termina, tiene un siclo y aunque muchas veces desee con todas mis fuerzas que ese algo o alguien siempre este a mi lado, es un imposible deseo que siempre sueño.
La muerte me quito algo, algo que quería más de lo que yo imaginaba.
Y es como si me faltara algo de mí. Es un desaire que no te pregunte si se pueden llevar más allá lo que con tanto anhelo as amado y cuidado.
Y aunque sea lo mas pequeño en el mundo, yo siento ese vacío. La falta de algo que ya no esta, ensordece mi vida, la pena que produce la perdida de algo tan amado me hace sentir que la muerte no es algo común, que es solo un delirio, solo un martirio.
Hoy en la mañana me dirigí a ver a mi conejo, y estaba muerte. Y por primera vez en mi vida sentí el real peso de la muerte, y aunque haya sido una mascota, un animal, era algo que realmente yo quería y amaba.
Que impotencia no poder atrapar esa pequeña alma y traerla de nuevo a ese frágil cuerpo. Que impotencia no poder impedir la partida de mi conejo.
Y asta quizás suene estúpido que le este escribiendo a un conejo pero de verdad yo lo quería.